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Beatriz y Kora

NRS: 14546

Ya hace cuatro años que viví el proceso de embarazo y parto

A día de hoy, mi hija y Marta fueron el regalo más mágico y humano que la vida ha podido ofrecerme.
Mágico por la expresión incondicional del amor y el buen hacer, humano por la sabiduría y el instinto primitivo que nos abre camino hacia nuestros orígenes.

Ese camino donde confluimos, por aquel entonces, tres mujeres con el propósito de
celebrar la vida. Marta, mi bebé y yo.

Sin encontrar en la sanidad pública ni privada el espacio libre e íntimo para dicha celebración, fui buscando hasta encontrar la posibilidad del parto en casa. Posible porque al encontrar a Marta, con su dilatada trayectoria y experiencia, conecte con la necesidad de su conocimiento y amor para hacer frente a mis miedos, resistencias, lagunas e incertezas. Y esto sucedió solo con nuestro primer encuentro.

Sentí que con ella podía soltar riendas

Recuerdo quedar fascinada. Sentí que con ella podía soltar riendas. Experienciar todo el proceso acompañada de alguien que guiaba mis pasos desde mis necesidades, mi individualidad, mi libertad y el amor hacia mi bebé en camino. Sin dejar de lado el conocimiento profundo y el respeto que Marta aportaba a todos los planos del proceso físico, emocional, energético, generacional y de significado vital.
Continuamos trabajando durante el proceso de embarazo. Marta era un
bálsamo para el alma después de ecografías, ginecólogos, revisiones, analíticas, resultados negativos-positivos… Hacia el final del embarazo, mi bebé venía de nalgas…de nuevo Marta nos ayudó a encontrar el camino.
Con el paso de las horas desde que rompí aguas en casa, las circunstancias requerían de hospital… coincidía aquel día con una cita de ginecología. El parto fue muy duro y largo en el tiempo. Desde aquella primera vez que Marta y yo nos encontramos decidí que si aquello llegaba a suceder y ella aceptaba, mi compañera en el hospital iba a ser esa mujer sabia, serena, amorosa, auténtica y generosa. Y así fue.
A pesar de toda la dureza de la química, mecánica, procedimientos médicos y
egos profesionales. Alcanzamos un espacio íntimo mi bebé, Marta y yo que nos
permitió sobrevivir a todo ello de una manera sana, positiva, amorosa y constructiva.
Viví un parto inducido, con epidural y tumbada de espalda, lo que nunca imaginé. Pero gracias al último buen hacer de mi compañera nació mi hija sin episiotomía, sin
fórceps…parto vaginal natural sin complicaciones.
Una vez más mi matrona, mi compañera, mi amiga, mi cómplice, mi guía, mi sabia

Pachamama ponía orden al caos universal.

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